La Libertad, hasta el coño de guiar al pueblo, se toma unas vacaciones en Venezuela. Allí pasa inadvertida.El caballero, que no se pierde una, se ofrece presto a hacer las substituciones (liderar revoluciones también le da gustico).

El Caballero de la mano en el pecho aprovecha un monográfico de retratos del degenerado Greco para montar un club de aficiones comunes.